Para los expertos es claro que el primer escenario que pone a prueba el espíritu de miles de migrantes no es sólo la decisión de salir de su país, sino el penoso viaje que deben enfrentar en medio de la incertidumbre de lo que pasará con ellos, y cómo podrán sobrevivir al desconocido. “Muchas veces se hace caminando o acudiendo a medios de transporte muy precarios que hacen que el proceso migratorio se vuelva sumamente agotador. Dentro de ese proceso, la atención en salud mental es nula o muy limitada y queda supeditada al servicio gratuito que puedan prestarles organizaciones de apoyo psicosocial”, asegura Daniella Monroy, investigadora asociada del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. Para la académica, es claro que, una vez llegan a Colombia, la lucha de las personas venezolanas es por sobrevivir y no por evaluar su estado mental ni psicológico. El desafío de llegar, adaptarse e integrarse es prioritario; y a eso se le suma que en nuestro país no existe plena conciencia de que los quebrantos de salud mental son una epidemia silenciosa.