ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, el personal y yo estamos preocupados por las difíciles condiciones de vida de las familias indígenas warao de Venezuela que están asentadas en lugares remotos de Guyana. Se necesita aumentar la presencia humanitaria y más apoyo de la comunidad internacional para ayudar al Gobierno de Guyana a responder a las necesidades de estas comunidades. Se estima que Guyana acoge a unas 24.500 personas refugiadas y migrantes de Venezuela, entre ellas unas 2.500 personas indígenas warao. Algunas se han asentado en zonas de difícil acceso cerca de la frontera con Venezuela, y otras en las ciudades de Mabaruma y Port Kaituma o sus alrededores. Desde principios de 2020, unas 250 warao también han encontrado seguridad en Anabisi, al norte de Guyana, a donde me dirigiré hoy. Más de la mitad de este grupo son niñas y niños. Para estas comunidades, el acceso a los servicios es limitado y la entrega de ayuda se ve obstaculizada por la lejanía, la falta de infraestructura de transporte y las distancias. Las evaluaciones realizadas en octubre y noviembre entre los hogares de personas refugiadas y migrantes warao indican que las necesidades son cada vez mayores, agravadas por la recesión económica causada por la pandemia de COVID-19.