Si existe un reto inmediato para las regiones colombianas fronterizas con Venezuela, es el de atender a la población migrante que desde hace unos días ha comenzado a movilizarse masivamente desde distintos departamentos para tratar de volver al vecino país . Un escenario en el que Norte de Santander, que solo el año pasado recibió a más de 202.000 venezolanos y que tiene al Puente Internacional Simón Bolívar como epicentro de la migración, juega un papel clave en tiempos en los que las medidas de aislamiento y prevención en contra del coronavirus se han endurecido. En el departamento las autoridades decretaron la calamidad pública desde el 14 de marzo y a través de un puesto de mando unificado hacen seguimiento a la crisis. Uno de los problemas que más inquieta, además de lograr llegar con atención a zonas rurales como los municipios del Catatumbo, es poder controlar efectivamente las trochas y pasos ilegales por donde comenzaron a cruzar más personas luego de que el Gobierno colombiano decretara el cierre de todas sus fronteras. En municipios como Villa del Rosario, cerca al puente internacional Simón Bolívar, la alcaldía reforzó la presencia de la Fuerza Pública para retomar el control en zonas como La Parada.