Colombia es, de lejos, el principal destino de la diáspora venezolana. Su política de acogida y flexibilidad migratoria durante los últimos años, elogiada por la comunidad internacional, ha puesto al país a la vanguardia de América Latina. Sin embargo, mientras el Gobierno de Gustavo Petro avanza paso a paso en normalizar de manera gradual sus relaciones con la vecina Venezuela, después de años de tensiones, el tema de la migración venezolana asentada en el país pierde fuerza entre las prioridades de la nueva Administración. Es un fenómeno de enormes dimensiones.El nuevo presidente de Colombia debe cooperar con los donantes internacionales para mejorar la protección de los migrantes venezolanos que llegan al país, y ayudarlos a acceder a oportunidades económicas para así evitar tanto alimentar el ciclo de la xenofobia como que acaben reclutados por grupos violentos, advertía un reciente informe del International Crisis Group. El tema perdió la relevancia que había tenido durante las administraciones de Juan Manuel Santos (2010-2018) y Duque (2018-2022), valora Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá. “El fenómeno de movilidad humana proveniente de Venezuela era una de las prioridades del Estado, y para el presidente Petro sin lugar a duda no lo es.