Con vistas a una inminente reapertura de la frontera, aún sin fecha, los apagones, la pobre vialidad y la falta de financiamiento son problemas que preocupan a los pequeños fabricantes de la fronteriza población de Ureña (estado Táchira, oeste), que han sobrevivido a duras penas al cierre de los cruces binacionales. Petro y Nicolás Maduro ya nombraron embajadores y ambos han expresado disposición a «restablecer la normalidad» en la frontera de 2.200 km, castigada por grupos armados y el contrabando. «Tenemos que estar preparados», dice a la AFP Fernando Grajales, dueño de esta fábrica de pantalones, que pide soluciones para las fallas de servicios públicos y el deterioro de infraestructura en años de parálisis. «Necesitamos vías, necesitamos electricidad, necesitamos agua, necesitamos grandes inversiones», agrega el empresario de 49 años, miembro de la cámara local de Industria y Comercio.