En medio de los desafíos del desplazamiento forzado, María encontró en la costura no solo una forma de sustento, sino una herramienta para reconstruir su vida y la de otras mujeres. Hoy, desde su taller en Caracas, esta refugiada colombiana lidera un emprendimiento que genera empleo, esperanza y comunidad.
Tras huir del conflicto armado en Colombia, María llegó a Venezuela con sus hijos, enfrentando discriminación y precariedad. Gracias al acompañamiento de ACNUR y organizaciones aliadas, accedió a formación en confección, gestión de negocios y apoyo psicosocial. Con esfuerzo y visión, transformó ese aprendizaje en un taller que hoy emplea a otras mujeres refugiadas y migrantes, muchas de ellas sobrevivientes de violencia de género.
“Quiero que todas tengamos una oportunidad. Aquí no solo cosemos ropa, también tejemos confianza”, afirma María, quien además capacita a otras mujeres en habilidades técnicas y liderazgo.
Este proyecto es parte de las iniciativas de integración socioeconómica que ACNUR impulsa junto a organizaciones como HIAS, con el objetivo de fortalecer la autonomía, la dignidad y la participación activa de las personas desplazadas.
“Gracias a estas organizaciones, yo dejé de sentirme como una extranjera sin documentos en este país y comencé a verme como una persona que también tenía derechos”, señala conmovida.