El trayecto a pie de los inmigrantes desde cualquier punto de Venezuela hasta la frontera con Colombia, es hostil. No es suficiente con tener que salir huyendo de sus viviendas con pocas pertenencias, caminar cientos de kilómetros a la deriva y bajo condiciones climáticas adversas. También tienen que sortear la desgracia de toparse en alcabalas y puntos de control con funcionarios de seguridad que en algunos casos los extorsionan para permitirles continuar el camino. En las alcabalas los militares los someten a extensas requisas. Les preguntan si llevan dinero y lo confiscan, denunció. “Nos preguntan si llevamos dólares o pesos, ya los bolívares no los quieren. No es que lo pidan, es que nos lo quitan. Empiezan a requisar el bolso y al conseguir la plata se la llevan y ¿cómo les dice uno que no si lo que queremos es seguir para adelante?”.