Cargado por funcionarios del Cuerpo de Bomberos de San Antonio del Táchira, el cuerpo inerte de Ubaldo Aguilar, de 56 años, ingresó al cementerio municipal de esta localidad venezolana fronteriza con Colombia, el viernes 17 de julio. Horas antes se registró su deceso en el hospital Samuel Darío Maldonado, de la misma población. No se le hizo autopsia. Ubaldo fue enterrado sin parientes, sin amigos, sin ceremonia. Nadie le dio el último adiós. Vivía en uno de los refugios que las autoridades de Táchira habilitaron para que los migrantes que retornan cumplan su cuarentena. El cadáver de Ubaldo fue enterrado en una improvisada caja de madera delgada. Esa especie de urna era, en realidad, la caja donde venían los toldos que Acnur dona en las comunidades fronterizas.