Los venezolanos han sufrido durante mucho tiempo el deterioro de los servicios públicos en medio de un colapso económico que ya lleva seis años. Ahora, la escasez de agua corriente en todo el país está empeorando justo cuando la propagación de COVID-19 aumenta y la higiene es más importante. Loyo, una dermatóloga de 47 años, y sus vecinos en Terrazas de Guaicoco, a unos 20 kilómetros al este de Caracas, protestaron a fines de mayo cerrando una vía tras dos meses sin recibir agua y pidiendo la restitución del servicio o el envío de una cisterna. Loyo sabe que es un solución temporal y que incluso cuando recibe agua corriente, su calidad es dudosa.