En los últimos años, cuando el hambre y la escasez han invadido Venezuela, cuatro millones de personas han salido de ese país y miles de núcleos familiares continúan fragmentados. Esta realidad pesa en el aire del Centro de Atención Integral al Migrante (CAI) de Maicao, un albergue del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (Acnur) que ha acogido a unas 1600 personas en situación de vulnerabilidad desde el 8 de marzo. Allí estallan los recuerdos de padres, abuelos e hijos que se quedaron en Venezuela o que cruzaron las fronteras hacia otros países.