El puente internacional Simón Bolívar luce cada vez más abarrotado de ciudadanos ingresando al hermano país. A tempranas horas de la mañana, el río de gente empieza a desfilar desde la avenida Venezuela, en San Antonio del Táchira, hasta La Parada, zona comercial de la nación neogranadina. “Lo pasamos por la trocha, con su niño o solo”, gritan jóvenes cerca de la aduana venezolana con la intención de ganar un cliente. Son pocos los que se acercan a preguntar, sobre todo quienes no cuentan con pasaporte o con su carnet fronterizo, este último documento permitido solo para pasar a Cúcuta, en Norte de Santander.