“Me vine con lo que traje puesto, nos montamos a un camión con algunos familiares y nos vinimos acá, no conocemos nada ni a nadie, pero queremos estar vivos”, dijo, con la voz entrecortada y con la mirada perdida, un adulto mayor, víctima del conflicto armado en el Catatumbo y quien llegó ayer a Cúcuta en búsqueda de protección.
Desde el corregimiento Filo El Gringo del municipio de El Tarra, esta persona tuvo que dejar lo que había construido durante muchos años y sin saber si podrá regresar, pues la advertencia de los grupos armados ha sido clara: si se van, puede que sus casas ya tengan nuevos dueños.
“Nos dijeron que nos podíamos ir, pero que si volvíamos y ya habían ocupado la casa, pues no podíamos reclamar nada y duele, pero pensamos con los hijos que lo material puede recuperarse, en cambio la vida no”, agregó.
Y así como él, ayer, a la capital nortesantandereana seguían llegando cientos de personas de diferentes municipios del Catatumbo, huyendo de la ola de violencia que se desató el pasado jueves entre el ELN y las disidencias de las FARC y que, de acuerdo con cifras entregadas por la Defensoría del Pueblo ya deja más de 80 muertos.