“Esta es una frontera en la que la línea divisoria pasa por Bogotá y Caracas con sus posturas ideológicas que rompen la vida de sus habitantes”, dice a DW el politólogo Ronal Rodríguez en un foro abierto de la Universidad de la Sabana de Colombia y agrega que “Bogotá y Caracas han convertido la frontera en una especie de cuadrilátero, con sus posturas ajenas a las necesidades de millones de habitantes que necesitan una ‘frontera viva’ para poder subsistir”. Por ello, iniciativas políticas y empresariales de Colombia y Venezuela buscan recuperar la frontera para la gente que sufre el cierre y buscan “despolitizarla”, explica a DW el diplomático colombiano Víctor Bautista Olarte, de la Secretaría de Fronteras y Asuntos Migratorios de la Gobernación de Santander del Norte, cuya capital es Cúcuta. Consciente de la disputa entre los gobiernos nacionales, Bautista reitera que “nosotros en la frontera no podemos ni queremos cambiar a nuestros vecinos venezolanos. Muy sencillo, nos miramos a la cara todos los días porque es nuestra propia gente, a menudo familiares”. Bautista, que dejó la cancillería para encauzar los diálogos de la reapertura de la frontera, no solo destaca los estrechos lazos personales sino socio-culturales, económicos e incluso ambientales con el estado de Táchira en Venezuela.

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